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ababol

UN PLACER

UN    PLACER Cuando entré en mi cuarto lo encontré recostado sobre mi cama, con un cigarro en la boca y su pícara mirada. Me saludó mientras yo dejaba la llave de la habitación en la mesa, sonreí y me senté en sus caderas. Le besé. Sabía a tabaco; pero no me importó, porque en su boca el tabaco me sabe bien. Me contó sus ilusiones sin gesticular, agarrándome de la cintura, y yo le miraba atónita... la boca, cómo se movía, y sus ojos, cómo me miraban. No tardó en escurrirse bajo mis piernas y acercar mi cara a la suya, y comenzó a besarme pasionalmente, acariciando mi espalda. Abrimos los ojos casi a la vez, y a modo de guiño nos mordimos la nariz mutuamente. Me quité la camiseta y, entre risas, intentó desabrocharme el sujetador con sólo dos dedos; y de nuevo no superó la prueba. Jugó con mis pezones, aunque el izquierdo parece que aún le da miedo. "Desnúdame". No me lo pensé dos veces. Casi le arranqué la camiseta, y mientras le besaba desabroché su pantalón y metí mis dedos dentro de sus calzoncillos. En un giro brusco se colocó encima de mí y me rozó con sus manos bajo mi falda hasta llegar a mi sexo. Me miraba. Le miraba. Terminó de desnudarme y sin decir nada abrió el primer cajón de la mesilla. Se incorporó y mientras se ponía el condón puso su mirada en mis ojos como él solo la sabe poner. Y sabe que me pone. Y escuchó mi respiración mientras se metía dentro de mí, mirándome a los ojos, y haciéndome gritar. Le mordí en el cuello, sin poder evitarlo, y aprete fuerte su torso contra mí. Debí desvanecerme en algún momento, y recobré el aliento cuando sentí su cabeza sobre mi pecho, y su cuerpo tendido sobre el mío. Mis piernas seguían enlazadas a su espalda, temblorosas. Me besó en la frente y se levantó, alborotándose el pelo, con una amplia sonrisa y emitiendo movimientos rápidos por la habitación. Se tumbó a mi lado, y me abracé a él. Y deseé que ese instante fuera eterno, y que él pensara lo mismo.
Repetimos la jugada una vez, y otra, y otra, y... Cuando miró el reloj se levantó acelerado y se vistió. Me dejó acompañarlo con mis besos hasta la puerta, y lo saludé desde mi ventana. Me miró, clavó su sonrisa en mi cara. Y se fué.
Volvió. Y volvió a irse. Pero su sonrisa ya no era la misma. Y yo aún sigo esperándolo.

4 comentarios

Anónimo -

Sin comentarios Santiago...

Psk -

Cambia de camello

ander -

Vaya fondo más almodovariano k has puesto.

Héctor -

Qué tal? Qué tal? Y nada... Jajajajaja

Oye, me gusta mucho el texto! Está muy bien contado, sí señor ^_^

Feliz veranoooo Pamelaaaaa

(Has cambiado el fondo? Ahora mola más)